En el post de hoy vengo a hablaros de autocuidado. El verano siempre ha sido una fecha perfecta para estar más pendientes de nuestro bienestar. Cada vez más personas se preocupan de llevar un estilo de vida saludable, son más conscientes de cómo nos afecta lo que comemos, de cómo hacer ejercicio de manera regular nos aporta beneficios, del acierto que supone estar en contacto con la naturaleza y de lo necesario de bajar el ritmo frenético al que a veces nos lleva nuestra rutina. Podemos descargarnos aplicaciones para medir parámetros de salud o incluso para meditar, y las frases motivadoras inundan desde las redes sociales hasta los azucarillos del café. Con todo este bombardeo, tenemos información de sobra para cuidarnos, aunque para la mayoría de nosotros sigue suponiendo un reto.
Ten paciencia conmigo.
Porque el mundo es así, y vengo herido,
ten paciencia conmigo.
Luis García Montero
Contenidos
Entendiendo el autocuidado
El autocuidado a priori puede parecernos un concepto simple, incluso infantil. Podemos entender el autocuidado como todo aquello que podemos hacer por nosotros para tratarnos mejor, cuidarnos mejor y entendernos mejor. La forma en la que tenemos de apostar por nosotros mismos se vuelve decisiva en momentos de adversidad. Dicho de otro modo, ¿qué hago cuando estoy mal? Si eres de los que piensa que puede con todo, si sueles anteponer lo que debes hacer a todo lo demás, si a menudo te machacas por no estar bien, o si las cosas que te pasan no suelen afectarte y siempre estás bien, te invito a que sigas leyendo.
¿Qué puede llevarnos a descuidarnos?
La forma en la que nos cuidamos se puede explicar por los aprendizajes que hemos tenido a lo largo de nuestra experiencia. Nos cuidamos como fuimos cuidados.
Las necesidades afectivas tienen que ver con la regulación emocional, el reconocimiento y la aceptación incondicional. A veces nuestras figuras significativas pudieron no estar presentes en momentos donde fueron necesitados, y nosotros como niños tuvimos que atender solos nuestras necesidades afectivas. En este caso, si no hubo un modelo que nos enseñara a hacerlo de un modo cuidadoso pudimos poner en marcha patrones menos adaptativos, como la exigencia, la dureza o el abandono. En otros casos influye que se haya puesto en marcha el modo supervivencia. Si en algún momento nuestras necesidades emocionales no fueron reconocidas, por nosotros mismos o por los demás, o si no tuvimos acceso a lo que podría cubrirlas. En este caso, podemos llegar a sentir que dejarnos ayudar equivale a estar en riesgo, ya que siempre tratamos de ser lo más autosuficientes posibles, desconfiando de toda la ayuda que puede provenir de fuera. O, al haber sentido que no pude protegerme a mí mismo, algunas personas pueden verse envueltas en vínculos de dependencia emocional, buscando esa protección en personas que pueden llegar incluso a ser peligrosas.
Es importante analizar si en los momentos en los que más nos necesitamos cuidamos de nosotros mejor que nunca o, por otro lado, ponemos en marcha mecanismos perjudiciales que nos hacen bloquearnos, depender, nos dejan caer en el autoabandono, o nos convierte en nuestros propios tiranos.
Qué podemos hacer para desarrollar un buen autocuidado
- Cambia conductas autodestructivas: Revisa tu diálogo interno y practica la compasión. Lo que te dices a ti mismo, ¿se lo dirías a la persona que más quieres?
- Identifica lo que necesitas: busca unos minutos al día para prestarte atención. Conecta a diario con tus emociones y con tu cuerpo. Ten un espacio propio.
- Pide ayuda y déjate ayudar: si crees que dependes mucho de los demás, programa actividades para hacer tú solo; si por el contrario crees que eres demasiado autosuficiente, comparte tus pensamientos, emociones y lo que haces aunque pienses que no te hace falta.
- Busca las cosas buenas y déjalas entrar: haz más de eso que te hace feliz, al menos una vez al día. Introduce en tu día momentos agradables aunque no sirvan para nada.
- Toma lo que los demás te puedan dar: prioriza tu autocuidado y cuida tus redes: la seguridad y la protección, la conexión con los demás, la gratificación… Te sentirás mejor cuidado.
Aprovecha este verano para parar, mirarte y mimarte como te mereces.
En definitiva, lo que vengo hoy a decirte es que tengas paciencia contigo, porque el mundo es así, y vengas o no herido, ten paciencia contigo.
Irene Álvarez Calvo
Psicóloga Sanitaria
Nº Col AN11398
Otras entradas de interés del Instituto de Hipnosis y Psicología
Fuentes. Bibliografía y webgrafía
- González, A. (2021) Las cicatrices no duelen. Cómo sanar nuestras heridas y deshacer los nudos emocionales. Editorial Planeta, S. A.
- Barranco Martín, M. (2020) Mala de acostarme. Guía de (auto)cuidados. Instituto Canario de Igualdad. https://www.infocop.es/view_article.asp?id=16743