Gestión emocional

Actualmente, la sociedad tiene que hacer frente a un mundo lleno de exigencias que nos hacen estar sometidos a altos niveles de estrés. Este intenso ritmo de vida nos impide ser conscientes del momento presente e invalida nuestra capacidad para procesar y percibir emociones. De tal forma que, permitimos que los asuntos de nuestra vida diaria nos hagan olvidarnos del cuidado de nuestras emociones; orientando nuestra vida a unos objetivos y quehaceres cotidianos y no hacia nuestro bienestar.

Los asuntos y preocupaciones de nuestro día a día nos hacen vivir en una constante montaña rusa de emociones. Estas condiciones alteran nuestra salud emocional, cambiando nuestro estado de ánimo y provocando diferentes reacciones. Por ello, en estos tiempos de estrés e incertidumbre, la gestión emocional es una cuestión de prioridad. Las emociones forman parte de todas las personas por lo que debemos aprender a procesarlas y manejarlas lo mejor posible. A través del aprendizaje de una serie de estrategias de gestión emocional, podemos aprender a no desbordarnos ante los posibles obstáculos que puedan toparse a lo largo de nuestra vida. Además, si dominamos este aspecto, lograremos que las emociones funcionen en favor de nuestros intereses y no en contra de ellos.

A continuación, veremos qué es exactamente la gestión emocional y cómo puede ayudarnos a regular aquello que sentimos.

Contenidos

1 ¿Qué es la gestión emocional?
2 Identifica y comprende aquello que sientes
3 Aprende a regular tus emociones
4 Cómo gestionar las emociones
5 Consejos para gestionar las emociones
6
7
8 Fuentes. Bibliografía y webgrafía
9 Otras entradas de interés del Instituto de Hipnosis y Psicología

¿Qué es la gestión emocional?

La gestión emocional hace referencia al conjunto de habilidades que nos permiten gestionar correctamente nuestras emociones. La aptitud de gestión emocional también incluye la capacidad de diferenciar nuestras emociones de nuestros comportamientos lo que nos permite tomar conciencia de aquello que sentimos para poder manejarlo de la mejor forma posible.

La gestión emocional forma parte de la conocida inteligencia emocional, constructo creado por Daniel Goleman, para hacer referencia al conjunto de habilidades que permiten percibir, expresar, comprender y gestionar correctamente nuestras emociones y las de los que nos rodean. Este conjunto de aptitudes y capacidades se desarrollan a través de un proceso de aprendizaje. No es una habilidad innata, sino que, se debe de poner en práctica. Así que, ¡comencemos con ello!

Identifica y comprende aquello que sientes

El primer paso para poder manejar nuestras emociones es poder identificarlas. La inteligencia emocional comienza en nuestra persona, necesitamos ser conscientes de nuestros sentimientos, para poder percibir y entender nuestras emociones, su relación con nuestras creencias sobre el mundo y nuestras reacciones.

A continuación, te propongo un ejercicio muy sencillo que puedes llevar a cabo con el objetivo de empezar a tomar conciencia de las emociones de tu día a día.

¿Qué está pasando dentro de ti?

Debes elegir 3 momentos del día en los cuales, pares, respires y tomes consciencia de la emoción que te acompaña en ese momento. Reflexiona sobre qué sientes, qué emoción aparece, dónde la percibes en tu cuerpo y qué pensamientos o ideas aparecen en tu cabeza junto a esa emoción. Ahora, simplemente, párate a observarlos y a analizarlos.

A través de este ejercicio, comienzas a tomar conciencia de las emociones predominantes en tu día a día, comprender el porqué de su aparición y reflexionar acerca de ellas. El conocimiento de sí mismo nos permitirá identificar aquellos aspectos en los que podríamos trabajar para estar mejor o para adaptarnos a una determinada situación.

Aprende a regular tus emociones

Una vez que hayamos adquirido la capacidad de percibir y comprender correctamente nuestras emociones, podemos aprender a gestionarlas de la mejor forma posible orientándolas a nuestros intereses. En primer lugar, hay que ser conscientes de que una emoción por sí misma no tiene por qué ser negativa, lo que sí puede serlo es el manejo inapropiado de esta. Por ejemplo, piensa en todas aquellas veces que te has enfadado por el comportamiento de una persona. Este sentimiento de enfado no tiene por qué ser algo negativo ya que, nos avisa de que se ha producido algo que nos molesta. Ante esta reacción emocional podemos actuar de diferentes formas: enfrentarnos e iniciar una discusión con esa persona o bien, retirarnos para poder reflexionar acerca del por qué esto me ha molestado e intentar solucionarlo posteriormente. Como veis, el enfado no tiene por qué ser disruptivo si no nos dejamos llevar por él. Por tanto, para evitar esto, es muy importante que desarrollemos nuestra capacidad de autorregulación.

La autorregulación implica tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y conducta. Es decir, cuáles son los pensamientos que provocan la emoción y nos hacen llevar a cabo una conducta específica. Si entendemos estos tres pilares, podremos adquirir las estrategias de afrontamiento más adecuadas, herramientas para gestionar la intensidad y la duración de nuestras reacciones emocionales.

Cómo gestionar las emociones

Tal y como hemos mencionado anteriormente, para poder gestionar la emoción, en primer lugar, tenemos que ponerle nombre. En numerosas ocasiones el cuerpo puede convertirse en un gran aliado. ¿Notas alguna sensación en el cuerpo?, ¿Qué te estará queriendo decir?, ¿Qué emoción está presente?

Cuando hayas sido capaz de percibir la emoción, párate a sentirla. Valida que esté ahí contigo, acéptala. Muchas veces intentamos evitar aquello que sentimos, sin embargo, es importante tener en cuenta que cuanto más evitemos una emoción más aumentará su intensidad. Por lo tanto, mejor aceptar que está ahí por alguna razón e intentar observar qué mensaje quiere trasmitirnos.

Párate a pensar, ¿Por qué esta aquí?, ¿Qué quiere decirnos? Es un buen momento para reflexionar qué ha pasado para qué esa emoción aparezca: un comportamiento, una situación, una persona… ¿Por qué me siento así? La mayoría de las personas piensan que es el suceso en sí el que causa la emoción determinada, pero no es así. Realmente, lo que causa la aparición de la emoción es la interpretación que hacemos de aquello que ha pasado. Por tanto, analiza tu pensamiento para saber por qué ese incidente ha despertado una emoción determinada. Cuando aceptas y te detienes a escuchar esa emoción puedes reflexionar acerca de ella.

Ahora párate a pensar qué sueles hacer tú cuando esta emoción aparece. En numerosas ocasiones no somos conscientes de lo que hacemos cuando sentimos una determinada emoción. La mayoría de las veces somos presos de las emociones y dejamos que estas actúen libremente. Reflexiona acerca de tu comportamiento y las consecuencias que este puede tener para ti y aquellos que te rodean. ¿Podría este cambiar para sentirte mejor? ¿Qué otras estrategias podrías llevar a cabo para gestionar mejor esta emoción?

Consejos para gestionar las emociones

Hay numerosos recursos que podemos llevar a cabo para calmar una emoción determinada. En función de la emoción que aparezca y cómo te hace sentir puedes crear una lista de aquellas cosas que te pueden ayudar a estar mejor. Cada persona es diferente, por lo tanto, lo que puede ayudar a una persona puede no funcionar para otra. Igualmente, os dejamos pequeñas ideas que podrían ser de gran ayuda:

Medita durante 15 minutos
Practica ejercicios de respiración diafragmática
Sal a dar un paseo
Cuéntale a alguien como te sientes
Haz media hora de deporte
Lee un libro
Escribe
Llama a una persona cercana

Con una gestión adecuada de las emociones tú serás el que ejerza el control de manera que, no dejarás que ellas tomen el mando. Recuerda que todas las emociones son temporales, aparecen y se van. Si eres capaz de practicar los pasos anteriores y reflexionar acerca de cuáles son los recursos que te pueden ayudar a sentirte mejor, dejaras que poco a poco la intensidad y frecuencia de la emoción desaparezca.