La hipnosis es tan antigua como la medicina y varios estudios demuestran que en la Antigüedad ya se utilizaba la hipnosis como fuente de curación. Pero el interés real médico por la hipnosis se hizo durante la Primera Guerra Mundial cuando los alemanes se quedaron sin anestésicos químicos y empezaron a utilizar la hipnosis para obtener anestesia. Al mismo tiempo hicieron uso de la 
hipnosis para calmar y disminuir los efectos del estrés postraumático.
Siguiendo en la misma línea, durante la Segunda Guerra Mundial, médicos y psicólogos, que habían probado su eficacia se dieron cuenta que a parte de su utilidad para producir anestesia y combatir el estrés, eran de gran ayuda para los soldados fatigados. De esta manera se evitaban las bajas y, las personas manejaban mejor su energía y reducían el cansancio con la ayuda de la hipnosis.
Muchos de los médicos, psicólogos y dentistas que utilizaron la hipnosis en la Segunda Guerra Mundial se dieron cuenta de lo que podía aportar la hipnosis a la ciencia y empezaron a utilizarla en su práctica diaria.
Hoy en día muchos investigadores ponen de manifiesto los resultados de la hipnosis y cada vez más personas acuden a las consultas de terapeutas que utilizan esta herramienta.
¿Qué es lo que los científicos denominan hipnosis?
En primer lugar, no se trata del sueño fisiológico, aunque puede parecerse, no se pierde la consciencia y no se dice nada contra la voluntad.
La hipnosis es un estado especial de consciencia en el cual tienen lugar varios procesos. Uno de ellos y el más importante es aquel en el que la mente consciente se centra en lo que dice la persona (el profesional de la Psicología, en este caso) y la mente inconsciente trabaja para que los recursos y las habilidades puedan aflorar.
Quizás te pregunte si esto no pudiera ocurrir sin la ayuda de la hipnosis. Mi respuesta es que sí, se puede llegar a esto sin hipnosis cuando la persona tiene entrenamiento en ello y varias herramientas a su alcance.
Pero la mayoría de las veces, algunas ideas, comprensiones, creencias, miedos y malas experiencias distorsionan nuestra realidad en estado de vigilia y hace que nuestros pensamientos y conductas en torno a la consecución de objetivos tengan más limitaciones.
Bajo la hipnosis las palabras de cambio se graban en el inconsciente gracias a que la persona dirige la atención a su interior y la consciencia no ejerce el papel de controlador boicoteando el proceso. De esta manera se favorece la puesta en contacto con los recursos y la fuerza interior que cada ser humano tiene. Es como si la persona tuviera dentro un laboratorio en el que existe todo lo que necesita. Y gracias a este proceso, le ayudamos a encontrarlo, reprogramando y desinstalando programas mentales erróneos, por otros más adecuados a sus objetivos actuales.
Así mismo, la hipnosis ejerce una función fundamental como regulador emocional, ayudando a la persona a manejar y calmar estados emocionales intensos.
La hipnosis clínica directa, como su propio nombre indica, es una técnica terapéutica que se usa en un contexto sanitario y mediante la cual, se reprograma la mente inconsciente de una manera directa, afianzando y grabando todo el mensaje de cambio que la persona quiere conseguir.
Por lo que, en principio la hipnosis no tiene ningún tipo de contraindicación ni efectos secundarios, no obstante, es una técnica que se utiliza como una herramienta de trabajo dentro de un contexto terapéutico y, será el profesional el que determine su uso en cada caso.
La hipnosis es totalmente recomendable para: Fobias, problemas de autoestima, cambios de hábitos, depresión, ansiedad y estrés, problemas de fertilidad, dolor, terapia de pareja, dejar de fumar, conseguir tus objetivos (personales y profesionales)…
Cada sesión de hipnosis es personalizada para cada cliente y aquello que desea cambiar, no se utilizan guiones establecidos previamente y los objetivos se deciden de común acuerdo.
Recuerda que muchas de nuestras creencias son inconscientes y determinan nuestro comportamiento y la manera de conectar con nosotros mismos y la sociedad.
La mente es como un jardín, tú decides que quieres plantar y así poder recoger esos frutos.
Laura Gómez Garrido
Psicóloga Sanitaria
